sábado, 31 de octubre de 2015

WEB 2.0: Inmediatez

Las nuevas tecnologías forman parte de nuestra vida cotidiana y han venido para quedarse. Nadie puede concebir el futuro de los jóvenes de hoy en día sin el conocimiento y uso de las herramientas tecnológicas. En el post anterior hacíamos referencia a la publicidad que llega a nuestros buzones en formato papel, por ejemplo de los productos de oferta de un supermercado. Actualmente, si quisiéramos ver qué productos tiene de oferta un supermercado o una tienda de ropa no es preciso que nos llenen el buzón de papeles, sino que directamente accedemos a su página web y lo miramos.



En la web podemos encontrar gran parte de la información que deseamos conocer. Podemos consultar un catálogo de ropa, mirar el horario de una escuela de idiomas, conocer el teléfono de un hospital o buscar la dirección de un restaurante. Pero desde hace unos años, aproximadamente desde el 2001, las webs ya no sólo están ahí para que consultemos información, sino que ahora nos permiten interactuar. Esto es lo que se conoce como Web 2.0, aquellas webs que permiten que los usuarios participen, colaboren o interactúen entre ellos. Este término fue acuñado por primera vez por Dale Dougherty para referirse a las redes de las personas, las redes que convierten al usuario en protagonista, tal y como explica en una entrevista

Esta nueva forma de entender las relaciones sociales hace posible que webs como Facebook, Twitter o Instagram cuenten con un número tan elevado de usuarios. En el 2014 el número de usuarios activos en España de las redes sociales llegaba a los 17 millones, tal y como indica este artículo. 17 millones de personas que comparten vídeos, fotos y opiniones en las redes sociales, y que a su vez reciben “me gusta” y  comentarios sobre las mismas. Esta forma de relacionarnos y de buscar, en cierto modo, la aceptación y el consejo de otros usuarios, es plasmada por el ilustrador Pawel Kuczynski en pinturas como la siguiente



La imagen refleja a la perfección lo que para muchos son las redes sociales, podríamos decir que se trata de una especie de confesionario de la cultura digital. Con el auge de este tipo de plataformas, ligado al amplio número de usuarios, es prácticamente condición necesaria contar con al menos una red social si quieres estar al tanto de lo que sucede a tu alrededor. Aunque, si bien es cierto que gran parte de las publicaciones están destinadas a subir el ego de su autor/a, las redes sociales nos brindan una gran oportunidad para difundir noticias de gran relevancia, como puede ser la pérdida de un animal doméstico y su búsqueda.

Además de redes sociales existen otros tipos de Webs 2.0 destinadas a usos distintos. Podemos pensar por ejemplo en Wikipedia, que funciona como una enciclopedia abierta, en la que puedes registrarte y aportar tu conocimiento, además de modificar o corregir el de otros usuarios, colaborando entre todos y creando así una gran fuente de información. Siguiendo esta idea de colaboración, podemos pensar en Dropbox o Google Docs; el primero de ellos formado por carpetas que compartimos con otros usuarios, donde se puede añadir o quitar información, y el segundo como documento en blanco que puede ser rellanado por distintas personas, facilitando por ejemplo la realización de trabajos grupales.

El uso de la Web 2.0 ha dado lugar a la aparición de empresas como BlaBlaCar o SegundaMano, que permite llevar a cabo un tipo de relaciones más ligadas a la cooperación y el aprovechamiento de los recursos. Las relaciones que se establecen en este tipo de servicios nada tienen que ver con el ego de las redes sociales o la comodidad de Google Docs.

Pero, como en todo, las nuevas formas de relacionarnos, de expresar opiniones, de compartir noticias o de llevar a cabo actividades comerciales, no acaban de convencer a todos los usuarios. Como se indicaba al final del primer post de este blog, muchas veces el miedo a lo desconocido es demasiado fuerte. Lo que deberíamos hacer es educar en el buen uso de los nuevos medios tecnológicos para poder crear con ellos un mundo más solidario y participativo en el que todos/as tengamos acceso a la información. 



Y tú, ¿qué opinas sobre el tema? ¿para qué utilizas la Web 2.0?

miércoles, 14 de octubre de 2015

Miedo a lo digital

Nada mejor que observar para comprobar la influencia digital en la sociedad actual: observar el lenguaje más común de las últimas generaciones, los carteles publicitarios en las paradas de autobús, la publicidad que llega en formato papel a nuestros buzones sugiriéndonos cambiar a la fibra óptica o adquirir un nuevo Smartphone. El imaginario colectivo reciente está creado en torno al mundo interactivo, que ha influido no sólo en los nuevos modelos relacionales, sino incluso en los tiempos vitales, ya que dedicamos gran parte del día a revisar nuestros dispositivos. Es innegable que actualmente vivimos en una sociedad digital, una sociedad que se está viendo en cierto modo obligada a adaptarse a la cultura digital.

Pero, ¿Cultura digital? ¿Eso existe? Sí, podría entenderse por cultura digital aquello que engloban las nuevas tecnologías, relacionado con las nuevas formas de entender y organizar el conocimiento en torno a ellas. En los últimos aproximadamente veinte años hemos experimentado grandes cambios, por ejemplo, antes para realizar un trabajo escolar consultábamos libros de texto, enciclopedias o diccionarios, pero actualmente con los ordenadores o tabletas disponemos de gran parte de la información en un click, basta con insertar nuestra consulta en el buscador y, voilà! En la cultura digital se enseña y aprende a utilizar las herramientas digitales de forma correcta, permitiendo así que los individuos se acerquen a los conocimientos a través de ellas, utilizándolas para funciones tan dispares como estudiar, trabajar, hacer la compra o ligar.

Y en este punto nos vamos a detener, con el objetivo de recapacitar sobre lo que significa esta referencia al “buen uso” o el uso correcto de las herramientas digitales, ya que actualmente estamos viviendo un gran momento de debate en torno a esta cuestión. Hugo Pardo Kuklinski habla de un cambio radical, de una redefinición de todos los tipos de relaciones, tanto en el mundo empresarial, académico, científico así como en el educativo. Estos rápidos cambios generan preguntas que giran en torno a esta idea de ¿es bueno? ¿es malo?



Surgen de este modo dos posturas muy diferenciadas, por un lado los que están a favor del uso de estos nuevos soportes en el ámbito académico, familiar o social; y por otro los que ven en ellos más peligros que ventajas. Estas dos posturas están muy relacionadas con el “buen” o “mal” uso de las tecnologías, ya que aquellos que ven peligros en ellas suelen relacionar las herramientas digitales con la adicción, el aislamiento o la obsesión del individuo. Cuando en el buscador insertamos adicción a la tecnología encontramos información siempre relacionada con el uso abusivo o descontrolado de las mismas, es decir, con lo que venimos denominando un mal uso. Debemos tener en cuenta que este uso incorrecto suele asustar más aún cuando se trata de niños/as u adolescentes, encontrando en la red numerosos artículos o blogs que proponen medidas para evitar las adicciones, como este que nos da 10 consejos , o este otro de la fundación MAPFRE dirigido a madres y padres, menores y educadores. En esta línea, Giovanni Sartori, ya en 1997 difundía la idea de Homo Videns, en referencia a los individuos cuya única fuente de conocimientos o información son las pantallas de los soportes digitales.




En el lado opuesto encontramos autores como Javier Celaya que aboga por una adaptación y en cierto modo un reaprendizaje, o en palabras de Kerry Wilkinson a «no tener miedo a la tecnología, ya que si la abrazáis encontraréis muchas más oportunidades que si lucháis contra ella» (El País, 17 de julio de 2012). En relación con los más pequeños/as un informe del Hospital de Sant Joan de Déu defiende el desarrollo de los niños/as a través de las nuevas tecnologías, dejando muy claro que debe ser un uso responsable y educativo, poniendo en relevancia que deben estar acompañados y supervisados por un adulto, que controle qué, para qué, cómo y cuánto utilizan las nuevas tecnologías.

Podría decirse por tanto, que generalmente los detractores del uso de los nuevos soportes digitales ven en ellos demasiados riesgos asociados al mal uso, mientras que los defensores observan que la balanza se decanta por el buen uso. Estos riesgos provocan el miedo a las tecnologías que decía Kerry Wilkinson, miedo en padres, madres y educadores, miedo a lo desconocido, miedo a lo que Zygmunt Bauman denomina modernidad líquida. Pero debemos tener en cuenta que se trata sólo de eso, de miedo, de miedo a lo líquido, a lo que se nos escapa de las manos, a aquello que no podemos agarrar o sujetar y que por tanto nos asusta porque en cierto modo no somos capaces de controlar. Miedo que se ve incrementado por la vertiginosa velocidad a la que está creciendo el uso de las tecnologías.

Y vosotros/as, qué pensáis sobre el tema, ¿Es más fuerte el miedo a lo desconocido que las ventajas que pueden ofrecernos las nuevas tecnologías? ¿Cómo podríamos llegar a un equilibrio? 

Parece que lo único claro es que la cultura digital es una realidad, y que estas herramientas se están haciendo un hueco cada vez mayor, y que en cierto modo nos proporcionan acceso a gran cantidad de información y recursos que aún estamos aprendiendo a aprovechar. 

Os animo a opinar.